miércoles, 27 de abril de 2016

Saber Pensar...


Sir Ernest Rutherford, padre de la física nuclear y Premio Nobel de Química en 1908, solía contar la siguiente anécdota:

"Hace algún tiempo, recibí la llamada de un colega. Estaba a punto de poner un cero a un estudiante por la respuesta que había dado en un examen de física, pese a que éste afirmaba con rotundidad que su respuesta era absolutamente acertada. Profesores y estudiantes acordaron pedir arbitraje de alguien imparcial y fui elegido yo.

La pregunta del examen era: Demuestre como es posible determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro. La respuesta del estudiante fue la siguiente: lleve el barómetro a la azotea del edificio y átele una cuerda muy larga. Descuélguelo hasta la base del edificio; marque y mida. La longitud de la cuerda es igual a la altura del edificio.

Realmente el estudiante había planteado un serio problema con la resolución del ejercicio, porque había respondido a la pregunta correcta y completamente. Por otro lado, si se le concedía la máxima puntuación, podría alterar el promedio de su año de estudios, obtener una nota mas alta y así certificar su alto nivel en física; pero la respuesta no confirmaba que el estudiante tuviera ese nivel. Sugerí que se le diera al alumno otra oportunidad. Le concedí seis minutos para que me respondiera la misma pregunta pero esta vez con la advertencia de que en la respuesta debía demostrar sus conocimientos de física.

Habían pasado cinco minutos y el estudiante no había escrito nada. Le pregunté si deseaba marcharse, pero me contestó que tenía muchas respuestas al problema; su dificultad era elegir la mejor de todas. Me excusé por interrumpirle y le rogué que continuara. En el minuto que le quedaba escribió la siguiente respuesta: coja el barómetro y láncelo al suelo desde la azotea del edificio,y mida el tiempo de caída con un cronómetro. Después aplique la formula altura = 0,5 por la gravedad y por el tiempo al cuadrado, y así obtenemos la altura del edificio. En este punto le pregunté a mi colega si el estudiante se podía retirar. Le dio la nota más alta.

Tras abandonar el despacho, me reencontré con el estudiante y le pedí que me contara sus otras respuestas a la pregunta. -Bueno, hay muchas maneras. Por ejemplo, coges el barómetro en un día soleado y mides la altura del barómetro y la longitud de su sombra. Si medimos a continuación la longitud de la sombra del edificio y aplicamos una simple proporción, obtendremos también la altura del edificio. -Perfecto, ¿y de otra manera? -Sí. Este es un procedimiento muy básico para medir un edificio, pero también sirve. En este método, coges el barómetro y te sitúas en las escaleras del edificio en la planta baja. Según subes las escaleras, vas marcando la altura del barómetro y cuentas el numero de marcas hasta la azotea. Multiplicas al final la altura del barómetro por el número de marcas que has hecho y ya tienes la altura. -Ese es un método muy directo. -Por supuesto. Si lo que quiere es un procedimiento mas sofisticado, puede atar el barómetro a una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si consideramos que cuando el barómetro está a la altura de la azotea, la gravedad es cero y si tenemos en cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al descender el barómetro en trayectoria circular al pasar por la perpendicular del edificio, de la diferencia de estos valores, y aplicando una sencilla fórmula trigonométrica, podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio. En este mismo estilo de sistema, atas el barómetro a una cuerda y lo descuelgas desde la azotea a la calle. Usándolo como un péndulo puedes calcular la altura midiendo su periodo de oscilación.

En fin, concluyó, existen otras muchas maneras. Probablemente, la mejor sea coger el barómetro y golpear con él la puerta de la casa del conserje, y cuando abra, decirle: 'Señor conserje, aquí tengo un bonito barómetro. Si usted me dice la altura de este edificio, se lo regalo'.

En este momento de la conversación, le pregunté si no conocía la respuesta convencional al problema. Dijo que la conocía, pero que durante sus estudios, sus profesores habían intentado enseñarle a pensar".

La respuesta convencional al problema era que la diferencia de presión marcada por un barómetro en dos puntos diferentes nos proporciona la diferencia de altura entre estos puntos.

Aquel estudiante, a quien sus profesores habían enseñado a pensar, se llamaba Niels Bohr, físico danés, quien se basaría en las teorías de Rutherford, para publicar su modelo atómico en 1913, el Modelo de Bohr, introduciendo la teoría de las órbitas cuantizadas, obteniendo el premio Nobel de Física en 1922.

Thompson, Rutherford y Bohr

miércoles, 20 de abril de 2016

Duermes...


Despierto en mitad de la noche y tú, a mi lado, duermes.

La luna que ilumina en la ventana perfila tu rostro, define tus rasgos y acaricia tu faz.
Yo en un arranque de celos, hago lo mismo, acaricio tu cara lentamente y acomodo tus cabellos. 
Tú te inquietas en tu sueño, pero nuevamente duermes.

Y duermes en paz, ignorado todo, indiferente a este sentimiento que me despierta en las noches, sin saber que mi cuerpo siente la ansiedad de no dormir en soledad después de tantas noches, desconoces esta emoción que me produce el tenerte a mi lado, totalmente distante al nudo en mi garganta que presagia la incertidumbre del futuro juntos.

Tú solo duermes y así es mejor, no quiero que lo sepas, pero tampoco quiero que me faltes, porque aunque a veces me pregunto que carajos voy a hacer contigo, definitivamente no sabría que hacer conmigo sin ti.

Es solo que por fin te tengo a mi lado, y como Benedetti diría: No lo creo todavía...

miércoles, 13 de abril de 2016

Un Beso Nada Más...



Bésame con el beso de tu boca,
Cariñosa mitad del alma mía,
un solo beso el corazón invoca,
que la dicha de dos...me mataría.

Un beso nada mas!...Ya su perfume
en mi alma derramándose, la embriaga;
y mi alma por tu beso se consume
y por mis labios impaciente vaga.

Huntese con la tuya!...Ya no puedo
lejos tenerla de tus labios rojos...
Pronto!...dame tus labios...tengo miedo
de ver tan cerca tus divinos ojos!

Hay un cielo mujer, entre tus brazos;
siento de dicha el corazon opreso...
Oh! sostenme en la vida de tus brazos
para que no me mates con un beso!


Manuel María Flores

martes, 12 de abril de 2016

Informe sobre caricias



1
La caricia es un lenguaje
si tus caricias me hablan
no quisiera que se callen

2
La caricia no es la copia
de otra caricia lejana
es una nueva versión
casi siempre mejorada

3
Es la fiesta de la piel
la caricia mientras dura
y cuando se aleja deja
sin amparo a la lujuria

4
Las caricias de los sueños
que son prodigio y encanto
adolecen de un defecto
no tiene tacto

5
Como aventura y enigma
la caricia empieza antes
de convertirse en caricia

6
Es claro que lo mejor
no es la caricia en sí misma
sino su continuación


Mario Benedetti

sábado, 9 de abril de 2016

El Futuro


Y se muy bien que no estarás.
No estarás en la calle
en el murmullo que brota de la noche
de los postes de alumbrado,
ni en el gesto de elegir el menú,
ni en la sonrisa que alivia los completos en los subtes
ni en los libros prestados,
ni en el hasta mañana.
No estarás en mis sueños,
en el destino original de mis palabras,
ni en una cifra telefónica estarás,
o en el color de un par de guantes
o una blusa.
Me enojaré
amor mío
sin que sea por ti,
y compraré bombones
pero no para ti,
me pararé en la esquina
a la que no vendrás
y diré las cosas que sé decir
y comeré las cosas que sé comer
y soñaré los sueños que se sueñan.
Y se muy bien que no estarás
ni aquí dentro de la cárcel donde te retengo,
ni allí afuera
en ese río de calles y de puentes.
No estarás para nada,
no serás mi recuerdo
y cuando piense en ti
pensaré un pensamiento
que oscuramente trata de acordarse de ti

miércoles, 6 de abril de 2016

El Principito...



Siempre he dicho que El Principito de Antoine de Saint-Exupéry marco a fuego mi generación, es el libro favorito hasta de quienes no lo han leído. Es un clásico que nunca muere, porque sabe llegar al niño que todos tenemos dentro.

El Principito es considerada la mejor obra escrita en francés del Siglo XX, fue publicada en 1943 y el manuscrito original se encuentra en la Biblioteca Pierpont Morgan de Nueva York.

En este libro, el autor plasma a través de metáforas y frases todas sus experiencias y sabiduría, brindándonos una obra entretenida, entendible y pletórica de imaginación, pero a la vez profunda y filosófica sobre la naturaleza humana, que siempre logra conectar con nosotros y nos inspira a buiscar el camino a casa.

En el manuscrito original hay dos episodios que se eliminaron de la edición; una reunión con un comerciante que le explica lo que es la mercadotecnia y una conversación con un inversionista que tiene una máquina con un botón que, al presionar, solucionará cualquier problema.

También hay un final alternativo en el que el narrador reflexiona sobre lo que pasó con El Principito después de que abandonó la Tierra. “Una versión abierta, melancólica y misteriosa que deja en el lector la forma de concluir y sentir el final del viaje del principito”.


Entre las alegorías más reconocibles de la obra resaltan:

* Las raíces de los “Baobabs” destrozan todo lo que las rodea, simbolizando los daños del nazismo.
* El elemento que más aprecia el principito es su rosa que está inspirada en su esposa Consuelo.
* La rosa vive en un planeta rodeado de tres volcanes que simboliza El Salvador, “Tierra de los volcanes” y país natal de su esposa.
* Saint-Exupéry explica su visión del matrimonio y la fidelidad en el capítulo en el que al visitar la Tierra descubre un rosal inmenso.
* El autor estuvo al lado de su hermano cuando murió de fiebre reumática a los 15 años, hecho que se plasma en el final de El Principito. 


Datos curiosos
Las ilustraciones de la obra fueron hechas en acuarela por el mismo autor. 

Saint-Exupéry se había estrellado varias veces antes de su desaparición. En 1935 su avión cayó en el Desierto del Sahara y fue rescatado junto el mecánico aviador por beduino al cuarto día del percance. 

La primera edición fue publicada el 6 de abril de 1943. al día de hoy existen más de 1,300 ediciones.

Ha sido traducida a más de 250 idiomas y dialectos, incluyendo el náhuatl, maya y el otomí.

Siempre aparece en la lista de los libros más vendidos junto con Historia.

Varios asteroides han sido nombrados en honor al autor y a su obra.

Saint-Exupéry nunca vio publicada su obra en Francia. 

Desapareció en un vuelo de reconocimiento en 1944, días antes de la liberación de París. Aunque siempre fue un misterio la muerte de Saint-Exupéry, en 1988 se encontró en el mar un brazalete con su nombre y el de su esposa.  



lunes, 4 de abril de 2016

Despedidas...


No toda despedida es una renunciación. 
A veces la despedida es solo una pausa, un descanso en el camino antes de continuar, unas veces para tomar fuerzas, otras para cambiar la estrategia y otras más para revalorar.
Esas despedidas indoloras que se dicen sin pensar, un hasta luego dado por sentado, un adiós con la convicción de que no es una despedida real.

A veces nos despedimos sin querer hacerlo, negándonos a soltar o dejar ir algo, pero con la consciencia de que tiene que dejarse atrás. 
Como decía el poeta Buesa: "Te digo adiós, y acaso te quiero todavía", pero ninguna herida cicatriza cuando se sutura con puntos suspensivos.

Las peores despedidas son sin duda aquellas que no sabemos que lo son, la ultima vez, el último beso, el último abrazo, la última oportunidad de decir tanto y al final por ignorancia solo decimos adiós.
La oportunidad de despedirse se va, pero los recuerdos se quedan.

Pero las despedidas también son inicio, suelen ser el punto de partida de algo nuevo, ciclos que se cierran y se abren en una cadena, que se hace más fuerte con cada eslabón que añadimos.

Quizás sea solo que en el fondo toda la vida nos estamos despidiendo, hasta que una de esas despedidas resulta ser en verdad la última.

Por si acaso: Hasta pronto y hasta siempre.