lunes, 22 de agosto de 2016

La Cita...


Apenas puedo creer que por fin llego la fecha.

Elijo mis mejores prendas para ir a conocerla y paso horas frente al espejo esperando estar a la altura de la ocasión.

No puedo recordar la última vez que una mujer me puso nervioso.

¿Que pensara de mí cuando por fin me vea? ¿Seré lo que espera?

Digo, tampoco es que seamos unos absolutos desconocidos, en los últimos meses hemos convivido muchísimo, hemos aprendido a conocernos el uno al otro a pesar de no poder vernos en persona, a pesar de no poder tocarnos.

La amo.
Sé que puede sonar tonto, pero en verdad la amo.
Sin haberla visto, sin haberla tocado, si haberla tenido entre mis brazos como largamente he deseado.
Aun así, la amo.

Y después de tanto tiempo de tenerla siempre en mi mente, de relacionar mil canciones con ella, de imaginar este momento una y otra vez, hoy por fin llegó la cita.

Por fin la veré, por fin podré tocarla y por fin podre decirle las palabras que tanto tiempo he querido decirle:

"Hola bebé, yo soy tu papá y te voy a amar toda la vida..."

jueves, 11 de agosto de 2016

Explicando una tarde Anatomía


Explicando una tarde Anatomía
un sabio profesor,
del corazón a sus alumnos daba
perfecta descripción.
Anonadado por sus propias penas,
la cátedra olvidó;
y a riesgo de que loco le creyeran
con alterada voz:
"Dicen, señores, exclamaba pálido,
que nadie consiguió
vivir sin esa víscera precisa.
¡Error, extraño error!
Hay un ser de mi ser, una hija mía,
que ayer me abandonó;
¡las hijas que abandonan a sus padres
no tienen corazón!"
Un estudiante que del aula oscura
se oculta en un rincón,
mientras los otros, asombrados, oyen
tan público dolor,
sonriendo a un amigo y compañero
le dijo a media voz:
"¡Piensa que a su hija el corazón le falta...
y es que lo tengo yo!"

Eusebio Blasco

lunes, 8 de agosto de 2016

Silencio...


Silencio.

No digas nada. Solo quédate ahí, sin hablar, tal como me quedo yo, sabiendo que ya lo dijimos todo.

Por ahora solo quiero mirarte ahí, tan cerca de mi, sabiendo y sintiendo lo que sé y siento. Déjame escuchar la dulce melodía de tu respiración y el estruendoso latir de tu corazón. No necesitamos decir más, después de todo, no hay palabras que nos basten jamás para describir esto.

Quizás debí decir más, quizás no callé lo suficiente, pero ya no es momento de eso.

Mejor quedémonos en silencio, sabiéndonos propios, escuchándonos a nosotros mismos, conversemos con miradas, con caricias y con todos los demás sentidos.

Porque esto es amor y todo lo demás es silencio.