viernes, 18 de octubre de 2019

Ya no será.




Ya no será
ya no
no viviremos juntos
no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa
no te tendré de noche
no te besaré al irme
nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.
No llegaré a saber
por qué ni cómo nunca
ni si era de verdad
lo que dijiste que era
ni quién fuiste
ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido
vivir juntos
querernos
esperarnos
estar.
Ya no soy más que yo
para siempre y tú
ya
no serás para mí
más que tú. Ya no estás
en un día futuro
no sabré dónde vives
con quién
ni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca
como esa noche
nunca.
No volveré a tocarte.
No te veré morir.

Idea Vilariño

martes, 30 de julio de 2019

Nunca veas a una puta con la luz del día.


Nunca veas a una puta con la luz del día.
Es como mirar una película con la luz encendida.
Como el cabaret a las 10 de la mañana, con los rayos del sol atravesando el polvo que se levanta cuando barren.
Como descubrir que ese poema que te hizo llorar a la noche, al día siguiente apenas te interesa.
Es como sería este puto mundo si hubiera que soportar las cosas tal y como son.
Es como descubrir al actor que viste haciendo de Hamlet en la cola del pan.
Como el vacío cuando te pagan y no sientes ni siquiera un poquito.
Como la tristeza cuando te pagan y sentiste al menos un poquito.
Como abrir el cajón y descubrir una foto de cuando la puta tenía 9 años.
Como dejarte venir conmigo, sabiendo que cuando se acabe la magia vas a estar con una mujer como yo en Montevideo.


El Lado Oscuro del Corazón.

jueves, 21 de febrero de 2019

La Casada Infiel



Y que yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.

Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.

Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo el cinturón con revólver.
Ella sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.

Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
Le regalé un costurero
grande de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.


Federico García Lorca