miércoles, 29 de junio de 2016

Antoine de Saint-Exupéry



Nacido el 29 de Junio de 1900 en Lyon, Antoine de Saint-Exupéry fue un  novelista y aviador francés, reconocido mundialmente por ser el autor de El Principito, fábula infantil universal de contenido lirismo, vividas metáforas e ilustrada por él mismo autor.

Hasta su desaparición volando sobre el mar de Tirreno en 1944, el autor escribió varios libros, la mayoría relatando sus experiencias como piloto. De su obra literaria y de algunas entrevistas se desprenden las siguientes frases:


"El amor es lo único que crece cuando se reparte."

"La huida no ha llevado a nadie a ningún sitio."

"Si queremos un mundo de paz y de justicia hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor." 

"Tener un amigo no es cosa de la que pueda ufanarse todo el mundo" 

"Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos."

"El mundo entero se aparta cuando ve pasar a un hombre que sabe adónde va."

"Sólo se ve bien con el corazón; lo esencial es invisible para los ojos."

"Lo que embellece al desierto es que en alguna parte esconde un pozo de agua."

"Y comprendí que no soportaría la idea de no oír nunca más su risa. 
Era, para mí, como una fuente en el desierto."

"El hombre se descubre cuando se mide con un obstáculo."

"El amor no es sólo mirar al otro, es mirar los dos en la misma dirección."

"Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso."

"Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya."

"Fue el tiempo que pasaste con tu rosa, lo que la hizo tan importante."

"Es una locura odiar a todas las rosas sólo porque una te pinchó. Renunciar a todos tus sueños sólo porque uno de ellos no se cumplió."

"Cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer."

"No se debe nunca escuchar a las flores. Solo se las debe contemplar y oler. La mía perfumaba mi planeta, pero yo no era capaz de alegrarme de ello."

"Se debe pedir a cada cual, lo que está a su alcance realizar."

"He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: Solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos."

"Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Para mí, tú serás único en el mundo. Para ti, yo seré único en el mundo,"

"No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo."

"Sólo se conocen bien las cosas que se domestican."

"Uno se expone a llorar un poco, si se ha dejado domesticar."

"Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo eres un verdadero sabio."

"Cuando mires al cielo, por la noche, como yo habitaré en una de ellas, como yo reiré en una de ellas, será para ti como si rieran todas las estrellas. ¡Tú y solo tú tendrás estrellas que saben reír!"

"Parecerá que sufro…
Parecerá un poco que muero.
Es así.
No vengas a verlo, no vale la pena…" 




Feliz cumpleaños borracho de sueños, dibujante de corderos, domador de zorros y adorador de rosas.

¡Feliz cumpleaños Antoine De Saint-Exupery.!

jueves, 23 de junio de 2016

Alta Traición


No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
     es inasible.
Pero (aunque suene mal)
     daría la vida
por diez lugares suyos,
     cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
     fortalezas,
una ciudad deshecha,
     gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
     montañas
-y tres o cuatro ríos.


José Emilio Pacheco

martes, 21 de junio de 2016

El Sonido Del Tambor...


El sonido del tambor rompió el silencio.

Donde había silencio, hubo sonido; La primera vez era tan solo un eco lejano tomando fuerza, como el zumbido creciente de un redoble sostenido, grande en velocidad pero moderado en fuerza.


El sonido del tambor lleno la oscuridad.

Donde había penumbras, surgió la luz; En medio de la nada se escucho a lo lejos, y fue creciendo, cada vez es más lento, pero indudablemente más fuerte. Poco a poco está tomando su ritmo, buscando esa constante que ya no ha de perder jamás.


El sonido del tambor es un llamado.

Hay algo incitante y salvaje en ese sonido, un repiqueteo que despierta nuestro ancestral instinto guerrero, nos impulsa, nos llena de fuerza, nos emociona.


El sonido del tambor es el corazón de mi hija.

Y es un corazón fuerte, que late constante y profundo, como un anuncio de su llegada, un preludio de todo lo que vendrá con ella, como un mensaje en Morse diciendo: Estoy aquí, papá, pronto estaré contigo...




domingo, 19 de junio de 2016

Suave Patria...



Yo que sólo canté de la exquisita
partitura del íntimo decoro,
alzo hoy la voz a la mitad del foro
a la manera del tenor que imita
la gutural modulación del bajo
para cortar a la epopeya un gajo.

Navegaré por las olas civiles
con remos que no pesan, porque van
como los brazos del correo chuan
que remaba la Mancha con fusiles.

Diré con una épica sordina:
la Patria es impecable y diamantina.

Suave Patria: permite que te envuelva
en la más honda música de selva
con que me modelaste por entero
al golpe cadencioso de las hachas,
entre risas y gritos de muchachas
y pájaros de oficio carpintero.

PRIMER ACTO

Patria: tu superficie es el maíz,
tus minas el palacio del Rey de Oros,
y tu cielo, las garzas en desliz
y el relámpago verde de los loros.

El Niño Dios te escrituró un establo
y los veneros del petróleo el diablo.

Sobre tu Capital, cada hora vuela
ojerosa y pintada, en carretela;
y en tu provincia, del reloj en vela
que rondan los palomos colipavos,
las campanadas caen como centavos.

Patria: tu mutilado territorio
se viste de percal y de abalorio.

Suave Patria: tu casa todavía
es tan grande, que el tren va por la vía
como aguinaldo de juguetería.

Y en el barullo de las estaciones,
con tu mirada de mestiza, pones
la inmensidad sobre los corazones.

¿Quién, en la noche que asusta a la rana,
no miró, antes de saber del vicio,
del brazo de su novia, la galana
pólvora de los juegos de artificio?

Suave Patria: en tu tórrido festín
luces policromías de delfín,
y con tu pelo rubio se desposa
el alma, equilibrista chuparrosa,
y a tus dos trenzas de tabaco sabe
ofrendar aguamiel toda mi briosa
raza de bailadores de jarabe.

Tu barro suena a plata, y en tu puño
su sonora miseria es alcancía;
y por las madrugadas del terruño,
en calles como espejos se vacía
el santo olor de la panadería.

Cuando nacemos, nos regalas notas,
después, un paraíso de compotas,
y luego te regalas toda entera
suave Patria, alacena y pajarera.

Al triste y al feliz dices que sí,
que en tu lengua de amor prueben de ti
la picadura del ajonjolí.

¡Y tu cielo nupcial, que cuando truena
de deleites frenéticos nos llena!

Trueno de nuestras nubes, que nos baña
de locura, enloquece a la montaña,
requiebra a la mujer, sana al lunático,
incorpora a los muertos, pide el Viático,
y al fin derrumba las madererías
de Dios, sobre las tierras labrantías.

Trueno del temporal: oigo en tus quejas
crujir los esqueletos en parejas,
oigo lo que se fue, lo que aún no toco
y la hora actual con su vientre de coco.
Y oigo en el brinco de tu ida y venida,
oh trueno, la ruleta de mi vida.

INTERMEDIO

(Cuauhtémoc)

Joven abuelo: escúchame loarte,
único héroe a la altura del arte.

Anacrónicamente, absurdamente,
a tu nopal inclínase el rosal;
al idioma del blanco, tú lo imantas
y es surtidor de católica fuente
que de responsos llena el victorial
zócalo de cenizas de tus plantas.

No como a César el rubor patricio
te cubre el rostro en medio del suplicio;
tu cabeza desnuda se nos queda,
hemisféricamente de moneda.

Moneda espiritual en que se fragua
todo lo que sufriste: la piragua
prisionera , al azoro de tus crías,
el sollozar de tus mitologías,
la Malinche, los ídolos a nado,
y por encima, haberte desatado
del pecho curvo de la emperatriz
como del pecho de una codorniz.

SEGUNDO ACTO

Suave Patria: tú vales por el río
de las virtudes de tu mujerío.
Tus hijas atraviesan como hadas,
o destilando un invisible alcohol,
vestidas con las redes de tu sol,
cruzan como botellas alambradas.

Suave Patria: te amo no cual mito,
sino por tu verdad de pan bendito;
como a niña que asoma por la reja
con la blusa corrida hasta la oreja
y la falda bajada hasta el huesito.

Inaccesible al deshonor, floreces;
creeré en ti, mientras una mejicana
en su tápalo lleve los dobleces
de la tienda, a las seis de la mañana,
y al estrenar su lujo, quede lleno
el país, del aroma del estreno.

Como la sota moza, Patria mía,
en piso de metal, vives al día,
de milagros, como la lotería.

Tu imagen, el Palacio Nacional,
con tu misma grandeza y con tu igual
estatura de niño y de dedal.

Te dará, frente al hambre y al obús,
un higo San Felipe de Jesús.

Suave Patria, vendedora de chía:
quiero raptarte en la cuaresma opaca,
sobre un garañón, y con matraca,
y entre los tiros de la policía.

Tus entrañas no niegan un asilo
para el ave que el párvulo sepulta
en una caja de carretes de hilo,
y nuestra juventud, llorando, oculta
dentro de ti el cadáver hecho poma
de aves que hablan nuestro mismo idioma.

Si me ahogo en tus julios, a mí baja
desde el vergel de tu peinado denso
frescura de rebozo y de tinaja,
y si tirito, dejas que me arrope
en tu respiración azul de incienso
y en tus carnosos labios de rompope.

Por tu balcón de palmas bendecidas
el Domingo de Ramos, yo desfilo
lleno de sombra, porque tú trepidas.

Quieren morir tu ánima y tu estilo,
cual muriéndose van las cantadoras
que en las ferias, con el bravío pecho
empitonando la camisa, han hecho
la lujuria y el ritmo de las horas.

Patria, te doy de tu dicha la clave:
sé siempre igual, fiel a tu espejo diario;
cincuenta veces es igual el AVE
taladrada en el hilo del rosario,
y es más feliz que tú, Patria suave.

Sé igual y fiel; pupilas de abandono;
sedienta voz, la trigarante faja
en tus pechugas al vapor; y un trono
a la intemperie, cual una sonaja:
la carretera alegórica de paja.


Ramón López Velarde

lunes, 13 de junio de 2016

Espero Curarme De Ti...


Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.


Jaime Sabines

miércoles, 8 de junio de 2016

El Clavo


Por la falta de un clavo fue que la herradura se perdió.
Por la falta de una herradura fue que el caballo se perdió.
Por la falta de un caballo fue que el caballero se perdió.
Por la falta de un caballero fue que la batalla se perdió.
Y así como la batalla, fue que un reino se perdió.
Y todo porque fue un clavo el que faltó...

Proverbio