lunes, 19 de mayo de 2014

Furtivos y fugaces


Furtivos y fugaces se encontraron en la noche. Las ganas los llevaban de la mano a culminar sus mutuas ansias y las veleidosas agendas por fin habían decidido coincidir. Un paraje en mitad de la nada era el escenario perfecto para la consumación y el secreto.

La luna, aún celosa por ser reemplazada como musa, fue silente cómplice de todo, sus rayos iluminaban los cuerpos que no podían ni querían separarse en lo más mínimo.

Los labios se devoraban con pasión inusitada, cada beso sabia a poco y solo aumentaba el deseo por más, las manos cubrían la piel recorriéndose mutuamente. 

El tiempo colapso y se extinguió con rapidez, a pesar de que su eterno fluir parecía detenerse cada vez que se miraban a los ojos, fundidos en un abrazo, embelesados por sensaciones allende el deseo.

El roce de cuerpos se volvió choque de almas, ninguno podía explicar que sentía y se llenaban mutuamente de sonrisas, algunas de emoción, la mayoría de nerviosismo.

Todo coincidió, todo estaba listo y todo podría haber pasado  y sin embargo, lo que pretendía ser culminación se convirtió en inicio. 

¿Qué va a pasar ahora?, preguntó ella. 
No lo sé, pero bésame y lo averiguaremos juntos, respondió él.

¿Qué embrujo tiene la luz de la luna, que acelera los latidos y nubla la razón?


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