lunes, 4 de abril de 2016

Despedidas...


No toda despedida es una renunciación. 
A veces la despedida es solo una pausa, un descanso en el camino antes de continuar, unas veces para tomar fuerzas, otras para cambiar la estrategia y otras más para revalorar.
Esas despedidas indoloras que se dicen sin pensar, un hasta luego dado por sentado, un adiós con la convicción de que no es una despedida real.

A veces nos despedimos sin querer hacerlo, negándonos a soltar o dejar ir algo, pero con la consciencia de que tiene que dejarse atrás. 
Como decía el poeta Buesa: "Te digo adiós, y acaso te quiero todavía", pero ninguna herida cicatriza cuando se sutura con puntos suspensivos.

Las peores despedidas son sin duda aquellas que no sabemos que lo son, la ultima vez, el último beso, el último abrazo, la última oportunidad de decir tanto y al final por ignorancia solo decimos adiós.
La oportunidad de despedirse se va, pero los recuerdos se quedan.

Pero las despedidas también son inicio, suelen ser el punto de partida de algo nuevo, ciclos que se cierran y se abren en una cadena, que se hace más fuerte con cada eslabón que añadimos.

Quizás sea solo que en el fondo toda la vida nos estamos despidiendo, hasta que una de esas despedidas resulta ser en verdad la última.

Por si acaso: Hasta pronto y hasta siempre.

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