jueves, 21 de agosto de 2014

Solea del Amor Generoso



"Todo es cuestión de hidalguía:
 tú me lo negaste todo
 yo te di cuanto tenía. "


Ni un suspiro a mi cuidado 
contestando a mi suspiro; 
fuiste de duro zafiro 
siendo de vidrio quebrado. 

Ni un rosal viejo y gastado 
merecí de tus antojos; 
sólo me diste despojos 
de tu zarzal y tu roca 
que me sangraron la boca 
y me cegaron los ojos.

Ni una mirada siquiera 
ni una palabra sencilla, 
ni siquiera la semilla 
de una sonrisa ligera. 

Cuando yo te daba entera 
mi flor de luna y de todo 
tú... pagabas a tu modo, 
y así, mientras mi hidalguía 
te daba cuanto tenía, 
te di mi templo y mis ritos, 
mi boca llena de gritos, 
mis ojos llenos de llanto, 
te di tanto... ¡tanto, tanto! 
que darte más no podía, 
y cuando ya no había 
nada en casa que pidieras, 
yo para que no dijeras 
tú me lo negabas todo. 

¿Qué te di? ¡Nada...! ¡Nada! 
Mi beso recién comprado 
y en la fragua del costado 
una hoguera desbocada. 
Te di mi huerta cercada 
llena de rosas y lirios, 
te di la voz y los cirios 
de mis noches en desvela, 
y un corazón sin cancela 
roto de tantos martirios. 

Te di mi risa y mi canto, 
te di la casa vacía. 
Pero... ¿para qué te digo 
cosas que no han de llegarte? 
Caña frágil que se parte 
no entiende de mi buen trigo, 
y ya ves: ni te maldigo. 
¿Para qué? Desde aquel día, 
tu bajeza y mi hidalguía 
se definen de este modo: 
Tú me lo negaste todo, 
yo te di cuanto tenía. 


Manuel Benitez Carrasco

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