Hace 200 años un grupo de librepensadores se rebelo contra el régimen establecido, en aras de la libertad abandonaron con donaire sus privilegios, arriesgando sus pertenencias, sus familias y sus vidas mismas, siempre siguiendo el insigne ideal de la libertad. Sin embargo no buscaban su propia libertad, ellos buscaban el bien mayor de sus congéneres, de sus familias, de sus amigos, de la sociedad. Lucharon por la patria misma.
Miles siguieron el ejemplo y siendo anónimos protagonista continuaron la brega, logrando al final la ansiada meta de la libertad, cambiando para siempre el mundo y dando nacimiento a un nuevo país. Pocos de los iniciadores vivieron para ver su sueño realizado, sin embargo, ninguno claudicó en su empeño de lucha ni cambió jamás sus principios por sentirse vencido ante el miedo y la incertidumbre.
Pasaron 100 años, gran parte de ellos vividos bajo el yugo de un gobierno dictatorial y elitista, el espíritu de lucha volvió a surgir, e inflamados de sueños y esperanzas miles más tomaron las armas. La lucha fue larga y agotadora, nuevamente las bajas se contaban por millares y la sangre de patriotas regó el suelo del país siempre defendiendo lo que es bueno, lo que es justo y el afán de una vida mejor para todos.
Ante tal abandono y arrojo, el resultado era previsible, el país sufrió una metamorfosis completa y estableció las bases de la vida como la conocemos, el cambio volvió a hacerse presente en cada aspecto de la vida y reafirmó su omnipotente presencia en todo el ámbito humano.
Hoy día, otra centuria ha transcurrido y el cambio ha sido el indiscutible protagonista del último siglo. Las revoluciones sociales dieron paso a las guerras mundiales, después vino la guerra fría, la cual fue un detonante de desarrollo tecnológico que generó entre otras cosas la red conocida hoy en día como Internet. El uso de esta red abrió el camino a la globalización y hoy el mundo entero es una aldea donde ningún lugar está lejos y ningún ser humano, sin importar su nacionalidad ni idioma, está fuera de alcance.
En estos tiempos extraños donde el viaje a la luna es una posibilidad y un pulpo adivina en vivo para todo el planeta los resultados del mundial de soccer, las revueltas y revoluciones no podrían seguir siendo a la manera de hace 200 años. Es harto curioso escuchar las voces que claman que este año toca una revolución armada en el país, hay personas haciendo propaganda para unirse a la lucha y están los terceros que no dudarían en fomentar este suceso siempre en pos de sus propios intereses. Pero sin duda, lo más curioso del caso es que estas personas claman que la revolución ya viene, sin darse cuenta que el cambio ya empezó y ellos no están siendo parte de él.
Día a día en este país, miles de personas abandonan sus vidas, sus familias y sus intereses personales empeñados en lograr un objetivo común: Vivir Mejor. Soldados anónimos que muchas veces dejan su vida misma persiguiendo el anhelo de erradicar la pobreza, de ayudar al necesitado, de proteger al desprotegido, darle un techo al desvalido y lograr que el país, la sociedad, su familia y por ende él mismo, eleven su nivel de vida y se desarrollen continuamente. Esos guerreros del cambio somos los servidores públicos del bicentenario.
Curiosamente no sólo los obtusos fanáticos del Subcomandante Marcos desconocen los hechos y batallas de esta revolución silenciosa, muchos de los mismos protagonistas de esta lucha no son conscientes de la importancia de su labor.
Diariamente los servidores públicos libramos cruzadas, algunas veces tenemos victorias y en otras derrotas, pero el objetivo se cumple inexorablemente. A cada momento estamos cambiando el mundo, un día unas personas obtienen una vivienda digna, otros estrenan piso firme en su hogar, algunos mas reciben el alimento que tanto necesitan, otros acceden a la educación, los niños reciben cuidados de calidad, otras personas ejercen su derecho a la salud, varios obtienen seguridad pública y algunos más la certeza de que los recursos se aplican correctamente y con transparencia. Los frentes de la guerra son muchos y muy variados, las bajas las lloramos y las sufrimos en carne propia pues cada apoyo que no podemos otorgar y cada persona que no podemos alcanzar nos hiere y nos lastima, sin embargo seguimos esforzándonos, pues sabemos que ayudando a otros es la única forma de salir adelante y a la vez nos ayudamos todos.
Ningún logro es muy pequeño.
Ningún esfuerzo demasiado grande.
Somos parte de la administración pública por lo tanto somos parte de esta revolución. Somos el cura Hidalgo gritando de madrugada, somos la corregidora y el emperador Iturbide, Todos Somos Juárez, Zaragoza y Maximiliano, somos Villa, la Adelita, Zapata, la rielera, y hasta un poco de Porfirio, somos el Che y también somos Fidel, pero sobre todas las cosas, somos Mexicanos, héroes y patriotas, campeones de la esperanza y estandartes de todos los que nos precedieron. Somos lucha y esperanza, somos entrega y compromiso, y ya sea que te resulte claro o no, tú eres el cambio.
(Discurso dado en la Secretaría de Desarrollo Social, Delegación Chihuahua el día 19 de Julio de 2010)
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